Nunca he sido del todo consciente del rápido paso del tiempo en mi rutinario día a día. Asumo los achaques físicos con sincera resignación. No soy de los que se comparan con viejas fotos de su infancia o juventud en busca de los rasgos que aún perduran. Tampoco me gustan los espejos ni acostumbro a contar el número de arrugas o canas cuando veo mi rostro reflejado en el cristal de los escaparates de las tiendas. Creo que mis experiencias pasadas forman parte de lo que soy y viajarán siempre en esa mochila imaginaria que cargaré a la espalda en cada una de mis vivencias futuras. Lo que sí me provoca cierta sensación de añoranza, y creo que nos ocurre a todos, es la pérdida de aquellas personas a las que admiramos, todos aquellos que nos deslumbraron con su arte y que se van marchando. Esta mañana me levantaba con la noticia del fallecimiento de Bruno Ganz. El gran actor suizo nos deja a los 77 años tras más de 50 de admirable carrera profesional.
Bruno Ganz era portador del anillo de Iffland, distinción que le acreditaba como el más importante actor en lengua germana en la actualidad y que, dado el extraordinario oficio que ha mostrado en cada una de sus interpretaciones, será difícil la búsqueda de un sucesor digno.
Siempre me gusta comentar cuando hablo de mis trabajos fotográficos mi empeño por encontrar pequeños detalles dentro de grandes escenarios. De igual manera, como amante del cine, me encanta descubrir pequeñas joyas escondidas en las extensas filmografías de grandes actores o directores. Así que, para no repetir las referencias que ya todos conocemos, como La eternidad y un día (Theo Angelopoulos), El cielo sobre Berlín (Wim Wenders) o El hundimiento (Oliver Hirschbiegel), me gustaría comentar uno de esos papeles más modestos, escondidos dentro de esa ingente lista de grandes interpretaciones. Se trata de la producción italiana Pane e tulipani, dirigida por Silvio Soldini, que descubrí hace poco gracias a la recomendación de mis queridos amigos Andrés y Paloma. Una película protagonizada por una maravillosa Licia Maglietta en el papel de Rosalba, un ama de casa desencantada de la vida, que decide cumplir el viejo sueño de viajar a Venecia. Allí conoce a Fernando (Bruno Ganz), camarero de origen islandés, con el que acabará encontrando una conexión especial.
Solemos pedir a la gente que recuerde a nuestros seres queridos con una sonrisa, les invitamos a buscar en su memoria aquellos momentos agradables, distendidos y graciosos que les hicieron pasar un buen rato en compañía de los que ya no están. Yo no conocí personalmente a Bruno Ganz, pero recordarle en Pane e tulipani, en una comedia, en el papel de Fernando, me provocará seguro una tierna sonrisa cada vez que le escuche recitar esa declaración de amor a Rosalba en el aparcamiento de un supermercado y ante la desconcertada mirada del hijo de ésta: “Rosalba, da quando lei è partita la vita è una palude, la notte mi tormenta, il giorno mi delude. Se ho fatto questo viaggio vi è un’unica cagione: che lei torni a illuminar la mia magione” (“Rosalba, desde que te fuiste la vida es un pantano, la noche me atormenta, el día me decepciona. Si he hecho este viaje es por un único motivo, quiero que regreses y vuelvas a iluminar mi casa”).
Bueno, que decirte….Sabes que pienso que eres además de un gran fotógrafo un excelente escritor.
La vida te tiene reservada una sorpresa muy grata, no dejes de buscarla….