PAISAJES EMOCIONALES (9)

Una de las cosas que más me gusta de salir a pasear con la cámara de fotos es alejarme del ruido. Y con “ruido” me refiero a esa ingente cantidad de información y estímulos que circulan a nuestro alrededor y que en su gran mayoría ni siquiera va dirigida a mí. Cómo se suele decir: “Yo solo pasaba por allí”. Creo que el noventa y nueve por ciento de toda esa información no me interesa absolutamente nada, pero hace de distracción y molesta bastante a la hora de encontrar el uno por ciento que sí me interesa.

Mi cámara es analógica y siempre viajo sin teléfono móvil ni aparatos electrónicos que puedan boicotear esa búsqueda de tranquilidad. Supongo que depende del carácter de cada uno; a mí me gustan los lugares en los que las cosas ocurren despacio, necesito sincronizar mis pensamientos con la velocidad a la que trabajan mis sentidos. Y cuando hago fotos, intento generar ideas a la velocidad más baja posible. Y vuelvo a repetir: depende del carácter de cada uno. Yo particularmente no intento capturar todo lo que me resulta bonito o interesante, no necesito acumular una gran cantidad de imágenes para sentirme fotógrafo.

North Pier, Blackpool (Lancashire, UK). © Miguel Puche

Los largos paseos, las horas de espera para conseguir ciertas condiciones de luz, las exposiciones largas, todo me ayuda a dejar que el resto de mis sentidos participen del momento; no solo la vista. Invitar a participar al oído, al tacto, al olfato, para que el sonido del viento, el movimiento del agua, el frío, la humedad o la calma incorporen nuevas sensaciones a la experiencia y conseguir así que nuestras fotografías transmitan algo más que un lugar concreto o el simple elemento que teníamos enfrente.

No suelo aburrirme, aunque tampoco sería nada malo. He leído por ahí que aburrirse fomenta la creatividad, que de momentos de hastío han surgido ideas sumamente brillantes. Creo que al igual que nuestro cuerpo necesita descanso tras un esfuerzo físico, nuestra mente necesita ratos de calma total para ordenar todos los estímulos que ha recibido y generar conexiones entre todos aquellos que nos puedan resultar útiles más adelante. Por eso me gusta reivindicar una forma de trabajar más lenta, y lo vuelvo a repetir por si no ha quedado claro: depende del carácter de cada uno. Para mí, encontrar la cadencia adecuada me ayuda a pulir las ideas y a disfrutar más del proceso previo a la toma de una imagen. Y no tiene por qué ser aburrido.

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