Apareció en los medios hace un par de años, así que la mayoría ya conoceréis la historia de Vyacheslav Korotki, un observador meteorológico en una remota estación avanzada del ártico, y de la joven fotógrafa rusa Evgenia Arbugaeva, que dedicó algo de tiempo a documentar con su cámara la inspiradora y emotiva experiencia de aquel hombre de mirada profunda, aislado del mundo, y su rutina diaria tomando mediciones y elaborando informes en una de las regiones más inhóspitas del planeta, con la sola compañía de su ya anticuado instrumental, sus desgastados libros, sus cuadernos de notas, un pequeño loro enjaulado, y del incesante silbido del gélido y seco viento polar. Vyacheslav, o el hombre del tiempo, pasó 13 años en la apartada estación meteorológica a la que fue enviado para tomar medidas de la temperatura, la nieve, la presión atmosférica, los vientos, etc. y elaborar los informes correspondientes. Asegura que nunca se ha considerado una persona solitaria, que le encanta su trabajo y que no soporta el ruido y el tráfico de las ciudades.
Tengo que reconocer cierta envidia cada vez que descubro a algún artista que no conocía y que me revela un mundo nuevo e inalcanzable al que nunca podría llegar ni en sueños. Maravillosos proyectos, novedosas ideas o remotos lugares que me hubiera gustado emprender, concebir o visitar a mí primero, antes que ellos. Luego ya, siendo realista y con los pies en la tierra, tiendo a convertir esa envidia sana en admiración y me dejo impresionar por la delicadeza de unas imágenes que seguramente yo no sabría captar aunque me hubiesen dado la oportunidad de intentarlo. Cada proyecto requiere al artista oportuno y cada serie fotográfica necesita al fotógrafo apropiado.
Evgenia Arbugaeva nació y se crio en Tiksi, en la costa del Océano Ártico, donde se pueden llegar a alcanzar temperaturas de -40º centígrados. En sus primeros trabajos ya retrato la vida de su comunidad, ya captó lo bucólico de esas latitudes, lo peculiar de la luz que reflejan la nieve y los coloridos edificios en lo que fue durante la guerra fría uno de los puertos estratégicos en la ruta del Mar del Norte y que ahora, años después, tras el colapso de la URSS y la desaparición de las rutas que navegaban los grandes buques rompehielos, agoniza ya con menos de 5.000 habitantes en medio de una bahía que permanece congelada 10 meses al año. Con estos antecedentes, el frío no parecía impedimento para embarcarse en esta aventura hacia el puesto de Khodovarikha, en la península de Barents.
Cuando Evgenia bajó del helicóptero con su equipo fotográfico dispuesta a documentar la existencia de Vyacheslav, se encontró a un hombre afable, tranquilo, amante del mar y del ártico, del silencio y de los espacios abiertos. Con la sensibilidad que reflejan todas sus imágenes y un esmerado respeto por la intimidad de Slava, como a él le gusta que le llamen, realizó unas fotografías cargadas de ternura, sutileza y pulcritud. Y aunque haya pasado algo de tiempo y después hayan llegado otros proyectos de Evgenia tan inspiradores como este peculiar Weather Man, hoy me ha venido a la cabeza el recuerdo de Vyacheslav Korotki y quería compartirlo con todos.
Weather man y otros proyectos de Evgenia Arbugaeva: http://www.evgeniaarbugaeva.com/
Buenísimo!! Mil gracias por compartir y traernos esta belleza de mirada!!
Me dejas sin palabras…