HENGKI KOENTJORO

Nacido en Indonesia, Hengki Koentjoro se formó como fotógrafo en el Brooks Institute of Photography de California. Como él mismo se autodefine, es una persona que disfruta la soledad en espacios abiertos y busca sosiego lejos de la bulliciosa vida de la ciudad, principalmente en los océanos. La sencillez de sus imágenes, el blanco y negro y ese minimalismo heredado de su identidad oriental, recuerdan inevitablemente el trabajo de Michael Kenna, cuya maestría para transmitir paz y serenidad con sus largas exposiciones ha inspirado a toda una nueva generación de fotógrafos, que han encontrado en ese dogma del “menos es más” un faro por el que guiarse a través del estimulante mundo de la fotografía de paisaje.

Altitude #2. © Hengki Koentjoro

Hengki ganó la categoría de paisaje y naturaleza en el prestigioso Hasselblad Master 2014 y fue distinguido como embajador del fabricante sueco en 2018. Su búsqueda del equilibrio entre la destreza técnica y una belleza poética que transmita emociones íntimas, le han hecho entrar en ese selecto grupo de fotógrafos capaces de captar imágenes tan sólidas visualmente como apacibles emocionalmente.

Monohydra. © Hengki Koentjoro

Aunque por preferencias personales haya elegido en primer lugar una clásica imagen de árboles para ilustrar de manera simplificada su trabajo, me gustaría destacar y recomendar su proyecto Monohydra, que recoge una serie de fotografías submarinas realizadas en las aguas del Mar de Java, que baña gran parte de las más de 15.000 islas de las que se compone su Indonesia natal. Un trabajo bellísimo y complejo que es imposible resumir aquí con un par de fotografías. La editorial Afterhours Books publicó en 2015 una pequeña muestra de todo el material en una cuidada edición con 48 de las imágenes.

Monohydra. © Hengki Koentjoro

Ya he comentado en alguna ocasión que me gusta recomendar artistas que desarrollan un trabajo que se escapa a mis limitadas habilidades terrenales, esos que nos muestran una mirada del mundo que yo sería incapaz de conseguir por mucho esfuerzo que le dedicara. En resumen, admiro a todos aquellos de los que puedo aprender cosas y cuyas obras pueden llegar a emocionarme, a los que, como Hengki Koentjoro, me hacen olvidar las pequeñas miserias cotidianas y me transportan a unos lugares imaginarios en los que recupero, aunque solo sea durante unos segundos un estado emocional sereno, sosegado y lúcido.