Y del poema luminoso y optimista de Rudyard Kipling, de una celebración de la vida, paso a algo más oscuro y extraño, a ese humor lúgubre y melancólico que nos llega desde el norte en pequeñas dosis. Personajes en continua crisis existencial, huraños, reacios a las visitas y a las interacciones sociales, rallando cierta angustia vital. El humor es una de esas cualidades que nos diferencian del resto de especies y se considera algo universal, aunque es una emoción con muchos tintes, dependiendo del país en el que nos encontremos, y en los países escandinavos hace frío y los inviernos son largos, con paisajes preciosos pero llenos de tonos grises. Eso puede explicar muchas cosas.
Mi primer contacto con la comedia nórdica más reciente fue El jefe de todo esto (2006), de Lars Von Trier, un entretenido enredo en el que un hombre que intenta traspasar su negocio se ve obligado a contratar a un actor para que se haga pasar por el dueño de la empresa en las negociaciones. Luego fui descubriendo el abanico de posibilidades que pueden ofrecer cinco países, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia, cada uno con sus particularidades, pero con una cosa importante en común, tienen un gran sentido del humor, un humor negro, cínico, perverso, estrambótico, pero original y muy interesante.
Una nueva generación de directores, herederos en mayor o menor medida de dos grandes maestros como Aki Kaurismäki y Roy Anderson, recuperan aquel talante tragicómico, de personajes inexpresivos y conductas retorcidas y crueles, en una serie de películas que suponen un soplo de aire fresco, gélido en este caso. Por citar una de cada país, voy a aventurarme con De pollos y hombres de Anders Thomas Jensen (Dinamarca), El inadaptado de Jens Lien (Noruega), Una paloma se posó sobre una rama a reflexionar sobre la existencia de Roy Andersson (Suecia), Buenos vecinos de Hafsteinn Gunnar (Islandia) y The Punk Syndrome de Jukka Kärkkäinen (Finlandia).
Y a parte de la ingeniosa serie noruega Match, acabo con un último descubrimiento, la entrañable historia de Un hombre llamado Ove, película sueca con temática recurrente, la de un abuelo arisco, gruñón, empeñado en amargar el día de todos los que no cumplen las normas de su comunidad de vecinos, un señor malhumorado que no acepta la vida que le ha tocado y cuyo único propósito, ahora que todo se desmorona, que no hay nada que le motive, es la de morirse.