LARRY DAVID SE DESPIDE PARA SIEMPRE

El mes pasado se emitió en HBO el último episodio de la duodécima temporada de Curb your enthusiasm, la serie con la que Larry David, guionista y productor de Seinfeld, nos ha ido mostrando su día a día en versión exagerada. Los que conozcáis al personaje ya sabéis que se interpreta a sí mismo en situaciones cotidianas en las que demuestra una torpeza y una falta de habilidades sociales que le arrastran a una espiral de discusiones absurdas con todo aquel con el que se cruza. Y como se ha anunciado que ya no habrá más temporadas, me ha invadido cierta pena. Me caía muy bien.

Larry David en la última temporada de Curb your enthusiasm. © HBO Max

Los motivos por los que alguien nos cae mejor o peor son muy subjetivos. En ocasiones se producen amistades improbables; otras veces desarrollamos aversiones irracionales hacia personas que no conocemos de nada. Todo ello sin explicación científica.

Como ya he dicho, los motivos que rigen las afinidades o tirrias que sentimos hacia los demás son difíciles de explicar. Yo siempre he pensado que las personas interesantes no siempre son simpáticas. La mayoría de la gente de la que más he aprendido tenían personalidades complejas y no siempre han sido amables ni comprensivas ni graciosas. Y nunca me ha preocupado lo más mínimo.

Larry David y Jeff Garlin en la última temporada de Curb your enthusiasm. © HBO Max

Igual que el tipo de humor que explora Larry David no es apto para el gran público, las personas que nos identificamos con su personaje solo conectamos con una pequeña minoría en nuestras relaciones cotidianas, y es que estamos creando una sociedad basada en la apariencia, en la artificialidad, en las relaciones superficiales y una insana preocupación por lo que los demás puedan pensar de nuestros actos. Por eso, me alinearé siempre con ese tipo de personas directas, que te dicen siempre lo que piensan sin dar rodeos, que creen que el esfuerzo que realizamos por intentar agradar a todo el mundo es insano y agotador, y que no pasa nada por mantener nuestras convicciones aunque algunos piensen que somos imbéciles.

Larry David y J. B. Smoove en la última temporada de Curb your enthusiasm. © HBO Max

Para mí, la ofensa está en la intención del que la comete y, en la mayoría de las ocasiones, las personas no tenemos intención de ofender a nadie. Son los demás los que interpretan nuestros actos como algo ofensivo. Casi siempre personas que no nos conocen y a las que no conocemos de nada. Por eso, me gustaría reivindicar el personaje de Larry David y de todos los “imbéciles”, yo el primero, que carecemos de esas habilidades sociales que se exigen hoy en día para tener aceptación social, y de los que podemos aprender muchísimo, aunque no sean guapos, amables, comprensivos o divertidos.

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