Mis amigos me tachan de pesado cada vez que en medio de alguna tertulia intento aclarar las considerables diferencias entre el turista y el viajero, la enorme distancia que encuentro a menudo entre los lugares físicos y los lugares emocionales, el inmenso contraste que puede existir entre el sencillo acto de alimentar nuestro sentido de la vista y la extraordinaria experiencia de conmover nuestra alma.
© Ariko Inaoka
Imaginaros que en mitad de un viaje a un territorio desconocido os sucede algo que hace que no dejéis de pensar en volver de nuevo. Os habrá pasado más de una vez. Seguro que hay personas a las que habéis conocido por casualidad y han hecho que generéis un vínculo indisoluble con un lugar concreto. Algo así debió experimentar la fotógrafa japonesa Ariko Inaoka cuando regresó a casa después de su primera visita a Islandia para realizar una serie de fotografías publicitarias por encargo de la diseñadora Mina Perhonen. Era un viaje de trabajo para retratar a varias modelos en algunos de los idílicos paisajes de la isla. Y entre la selección del casting para las sesiones, allí estaban Erna y Hrefna, dos hermanas de 6 años de edad de Reikiavik. Era el año 2006.
© Ariko Inaoka
Confiesa Ariko que durante los tres años siguientes no paró de pensar en las dos niñas islandesas y que, tres años más tarde, decidió aparcar los encargos de fotografía de moda en los que estaba inmersa, contactar con ellas con permiso de sus padres y volver a Islandia para comenzar su proyecto más personal. Las dos gemelas tenían entonces 9 años y fueron retratadas durante tres semanas en su día a día desde la visión onírica y cautivadora de la fotógrafa japonesa. La amistad afloró y la conexión especial con las crías hizo que Ariko repitiese visita cada verano durante 6 años seguidos, documentando la infancia y el paso a la adolescencia de dos niñas idénticas, imposibles de distinguir sin recurrir a los socorridos trucos con la ropa o los peinados, que no se habían separado nunca y que aseguraban soñar por las noches con las mismas cosas.
© Ariko Inaoka
No he conseguido averiguar si el proyecto completo ha sido publicado en forma de libro o si alguna vez tuvo lugar alguna exposición con una selección de las imágenes. Se pueden ver en internet distintas reseñas y un puñado de imágenes en las que se aprecia la evolución de la serie y el crecimiento de las gemelas. La web de Ariko Inaoka no está activa y he leído que ahora regenta un restaurante familiar en Kioto, su ciudad natal. Supongo entonces que sus andanzas fotográficas están en stand-by. Aquí he querido mostrar alguna de las imágenes con las que empezó el proyecto y, tengo que reconocer, objetivamente, que aun alejándose del tipo de fotografía que más me gusta, el trabajo es maravillosamente osado y merece mi respeto, mi admiración y mi más sincero aplauso. Ariko viajó en 2006 a un lugar físico y volvió en 2009 a un lugar emocional.
© Ariko Inaoka
Mientras escribía estas líneas me acordé de la película Boyhood, del director Richard Linklater, rodada a lo largo de 12 años, en la que se muestran los cambios y el crecimiento físico y emocional de unos personajes interpretados siempre por los mismos actores. De igual manera, objetivamente, y alejándose del tipo de cine con el que más disfruto, tengo que agradecer la valentía y determinación de este tipo de proyectos que, huyendo de derroches innecesarios, suponen un soplo de aire fresco dentro del mundo de las artes visuales, a menudo demasiado efectista y pretencioso.
© Ariko Inaoka
Para terminar la entrada, y a modo de curiosidad, os diré que Erna y Hrefna, ahora ya más crecidas, pero igual de idénticas, han colaborado con distintos artistas en proyectos de lo más dispar. Os apunto aquí el enlace a uno de ellos. El videoclip de la canción Wolves Without Teeth del grupo de música Indie Of Monsters and Men (también islandeses).