TODOS SOMOS AFICIONADOS

Todo el mundo tiene en casa un diccionario. Yo también. Con esto de las nuevas tecnologías y los socorridos correctores ortográficos, hacía años que no lo consultaba, pero hace unas pocas semanas le sacudí un poco el polvo. Llegué a casa con un cabreo monumental, acababa de recoger de un conocido centro cultural (gestionado por la Obra Social de una Caja de Ahorros) un dossier con una propuesta de exposición. Pregunté qué les había parecido y la respuesta fue: “En esta sala no se expone el trabajo de fotógrafos aficionados”. Me molestó el tono en que lo dijo, aunque el rebote vino cuando de camino a casa comprobé que el sobre que contenía las imágenes seguía sellado. Nadie lo había abierto, solamente habían leído mi currículum.

Es cierto que mi historial artístico no impresiona demasiado, tampoco soy de los que se esfuerzan en adornarlo, puede que por timidez o quizás porque no quiero que me ocurra como a aquel gran guerrero que ávido por demostrar a todo el mundo que era el más fuerte, ordeno engalanar su armadura con todas las distinciones con las que había sido condecorado tras multitud de combates. El resultado fue desastroso. La armadura pesaba tanto que entorpecía sus movimientos y su enemigo le derrotó con suma facilidad.

Charles Chaplin y Buster Keaton en Candilejas (Limelight), 1952. © United Artists

Cojo de la estantería el diccionario de la Real Academia de la Lengua y busco la palabra aficionado. La primera acepción dice: “1) Que siente afición por alguna actividad”. Hasta ahí todo normal, yo soy aficionado a muchas cosas y nunca he tenido que ocultárselo a nadie. Sigo leyendo: “2) Que practica, sin ser profesional, un arte, oficio, deporte, etc. Usado también en sentido despectivo”. Aquí comprendí que no es lo mismo ser “aficionado a la fotografía” que ser “fotógrafo aficionado” y empecé a sospechar que no soy ni el primero ni el último al que le llaman aficionado de manera ofensiva. Devolví el diccionario a su sitio y guardé el dossier para reutilizarlo más adelante.

Brooks Jensen, gran fotógrafo y editor de la fantástica revista LensWork, cuenta en su libro Letting Go Of The Camera como tras escuchar los amargos lamentos de su amigo David Grant, el cual le mostraba su frustración por no haber conseguido ningún resultado relevante en el mundo de la fotografía a sus 42 años y tras 7 dedicándose a ello de pleno, decidió realizar un pequeño estudio sobre la edad a la que los grandes fotógrafos estadounidenses habían conseguido sus mayores logros. Tras las conclusiones, pudo consolar a su amigo con algunos datos curiosos. A la edad de 42, grandes nombres de la historia de la fotografía como Paul Strand, Edward Weston o Ansel Adams tampoco habían expuesto su obra en galerías importantes, ni habían publicado sus imágenes en revistas prestigiosas, ni siquiera habían vendido sus maravillosas copias. En la mayoría de los casos llevaban ya más de 30 años de carrera cuando se empezó a valorar su trabajo, incluso alguno de los considerados maestros consiguió reconocimiento y popularidad cuando ya había sobrepasado los 60 años de edad.

Creo que todos pensamos que nuestras mejores imágenes son las que están por llegar, así que como reza el eslogan en la publicidad de una conocida marca de calzado “Walk, don’t run”, yo voy a seguir caminando, no es que sea vago, es que me gusta disfrutar del trayecto, y como en este país ser aficionado significa “hacer fotos” y ser profesional significa “ser fotógrafo”, pues voy a continuar “haciendo fotos”. Sé que habrá gente que me mire por encima del hombro, habrá salas de exposiciones que me cierren sus puertas o editores que piensen que mis fotografías le restarían prestigio a sus publicaciones, pero total, aún me considero joven, y los que como yo compartís también la afición por el buen cine, os acordaréis de un tal Calvero (Charles Chaplin) en la película Candilejas (Limelight, 1952), que cuando justo antes de salir a escena, alguien le anima diciendo: “Cuando vean tu espectáculo, los demás cómicos van a parecer simples aficionados”, él responde mientras termina de maquillarse: “Todos somos aficionados, la vida es demasiado corta como para llegar a ser algo más”.

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