PAISAJES EMOCIONALES I

La primera vez que escuché a un fotógrafo decir que tenía que conectar emocionalmente con un lugar antes de hacer una fotografía, que necesitaba sentir lo que el paisaje le transmitía antes de decidir lo que quería captar con la cámara, pensé que había fumado algo raro. Pero no, no estaba desvariando, tenía bastante razón. Evidentemente que podemos llegar a un lugar cualquiera, disparar la cámara, recoger y largarnos, pero como dijo el maestro Ansel Adams “Uno debe permanecer en un lugar el tiempo necesario para poder absorber su carácter y su espíritu antes de que las imágenes puedan reflejar verdaderamente nuestra experiencia en ese espacio”.

Ruta del Chorrón, Piloña, Asturias (2019). © Miguel Puche

Todo es subjetivo cuando hablamos de percepción, pero el propósito de una imagen no es solo documentar un lugar, un momento o un hecho concreto, también es transmitir una sensación, reflejar un estado de ánimo, generar una respuesta emocional. Los espacios físicos son también lugares emocionales. Aprender a identificar la línea que separa la realidad de nuestro modelo artístico de la abstracción de nuestra idea supone un apasionante reto creativo. Entrenar la capacidad de captar una percepción del paisaje menos obvia a través de estímulos y percepciones internas nos ayuda a desarrollar un universo personal. No se consigue de la noche a la mañana, sabemos que las prisas no son buenas compañeras de viaje, y como sabemos bien los que llevamos tiempo en esto, algunas cosas requieren tiempo.

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